Su origen y relación con el Imperio Napoleónico
Como
consecuencia de ello, fue inevitable el surgimiento de un sentimiento nacionalista
en los países europeos, debido a la resistencia ante el dominio extranjero,
aumentando de este modo el valor de las costumbres y de la cultura nativa. Pero además, también es cierto, que a partir
de entonces se había dado comienzo a la idea de una Europa unida. Si bien los
territorios que la componían lo hacían mayoritariamente en contra de su
voluntad, tal como el propio emperador decía: el impulso ya estaba dado y en
algún momento iba a ocurrir dicha reunión de países que se habían separado por
los diferentes conflictos ocurridos entre ellos.
El
desenlace de dicho episodio histórico ocurrió con la derrota de las tropas
napoleónicas en Waterloo. A raíz de entonces, en el Congreso de Viena de 1815,
se restablecieron las fronteras anteriores al Imperio de Napoleón y se creó la
Santa Alianza, un pacto entre las potencias europeas que buscaba mantener el
orden en sus territorios y evitar nuevas revoluciones, asegurando el Antiguo
Régimen.
A
pesar de que muchos países, fruto del nacionalismo, lucharon por formar sus
territorios y reivindicar sus costumbres nativas uniéndose internamente (por
ejemplo: la Unificación Alemana (1864-1871) o la Italiana (1848-1870)); por
otro lado, seguía resonando esa idea de crear una Europa en la que existiera un
mercado común, libertades internas y una mutua cooperación en distintos ámbitos
que evitara posibles conflictos. Un ejemplo de ellos es la figura de Giuseppe Mazzini,
cuyas ideas quedaron plasmadas en sus escritos (1846) y con la creación de la
asociación llamada la Joven Europa.
Estas
ideas no tuvieron el éxito suficiente como para conseguir dicha unificación y,
por el contrario, ocurrieron devastadores conflictos como el de la Primera
(1914-1919) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) o la posterior Guerra Fría.
Tras la Primera Guerra Mundial surgieron de nuevo formas de cooperación entre países
como lo eran la Liga de las Naciones o Sociedad de las Naciones en 1920 (a un
nivel más global); o el Movimiento Paneuropeo en 1923.
En conclusión, es importante resaltar que la existencia de la idea de una Europa unida ya viene de muchos años atrás, incluso durante el Imperio Napoleónico podríamos encontrar indicios de la misma. Pero, para entender bien la Unión Europea actual, es conveniente comprender las grandes diferencias que existen con el proyecto que tenía dicho emperador. Por un lado, en el imperio, la unión de los territorios estaba dirigida en torno a Francia como el país más importante, además, Napoleón acaparaba todo el poder y daba una imagen de “ser divino o superior” que resaltaba sobre todos los países bajo su dominio. Por el contrario, la que tenemos hoy en día, se basa en la cooperación entre sus integrantes a un mismo nivel, sin que ninguno domine sobre los otros. Se podría decir que la actual Unión Europea, al haber sido formada por la voluntad propia de los países que la constituyen, claramente ha tenido más éxito que, si por el contrario, hubiese sido impuesta por la fuerza contra su voluntad, tal como ocurrió con el emperador francés, que lo que provocó fue el surgimiento del nacionalismo en muchos de los territorios que ocupó.
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